martes, 9 de diciembre de 2008

mascaras












En ocasiones veo algunas aflorar debajo del árbol de ciruelas (ese que se pone blanco cuando le cantan). Otras nacen de aquella que formo parte de mi infancia. De sus ruinas asoman radiantes, tienen la esperanza de que alguien las recoja para una importante colección. Ahí están con sus caretas tristes, con sus cicatrices, con sus ojos llorosos, pero poco se conoce sobre sus maneras de percibir la vida. Sin someterme un minuto más a la duda hoy me uno a ellas, a florecer, a seguir creyendo en mi patio, en el patio donde enfrasco mi esencia (aunque un perro venga y me mee de vez en cuando).




domingo, 7 de diciembre de 2008

Despertar

una fusion, hibridez electronica...
(para y desde : flor/-flor, la PeCera, y yo- )


Algunas veces cree ver el sol subirle desde adentro, cuando sólo amanece entre sábanas o agujeros. Se tapa, se ahoga pero desde esa ficticia asfixia que surge en el mismo lugar, ese mismo instante que la perfora como todas las mañanas tras despertar a la irrealidad de sus sueños.
Y ese mismo hombre que no ha de arrebatarle el corazón tampoco se encuentra ahí.
__De un instante a otro (como el despertar de los alguaciles) se lo comió un sapo, monstruos verdes son las llanuras asomándose a mi ventana.
Se ríe de mí la inocencia, se ríe de la no presencia. Juraría que lo vi. (...)
Pasearse por la vereda donde tantas veces tanto de lo tan poco vivido. ¡Pero no! ni la ventana por la que me creo adentro, ni el agujero por el que salgo hacia mi soledad.

Dice, y sólo mira desde la alcantarilla, y ofrece su rosa a quien camine la vereda

__ Lloraría las tantas lagrimas del vacío, pero a ellas también ya las ha llorado el sapo.

Solo le queda esperar. La espera de una mano que atrape la rosa pero, que esta vez, no sea como tantas, que esa mano no se transforme en la reja que consume en la alcantarilla, no quiere seguir siendo presa de su deseo.
Debe escaparle a aquel, a veces verde monstruo, interminable llanura, a veces ella misma y sus crueles pensamientos. Debe por fin vencer la reja e incendiar el oasis hasta que de ambos quede nada. Ó incendiarse igualmente ante sapos y entre sabanas.
¿Y si juzgara la vida por ambos, si no dependiera solo de una parte? ¿Es que nadie ve la realidad en la interna subida del sol, cuando la noche yace en su ciudad?
¿Y si realmente debiera quemar ese envoltorio para que su cabeza sea el volcán de todo lo etéreo que lleva consigo, y que sea el magma lo que cubra todo los pozos de su cama, los pliegues de sus sabanas?
¿Y si lo hiciera? la sugerencia se vuelve imperativo, y ya es mediodía a medianoche, el sol incandescente busca su lugar. Vamos a dejar que elija, que juzgue la vida por todos quienes perdimos potestad. Que de a cada uno lo suyo y su lugar. Las rosas a los jardines, dijo el sol, y apagó su máquina mental.