viernes, 15 de abril de 2011

ring ring





Ando en la universalidad de personalidades
urgente necesito una rateada por la soledad.
Lleno cada uno de mis baches con ciudades.
Mi depresión se parece a Cochabamba,
porque tampoco la conozco pero suena divertida.
Jugo de tomate es lo que corre en mis venas, todo artificial y simpático.
Encima el tomate es cosechado en invernadero.
me talaron el misterio.
Todo parece una gran caja de vidrio con alarmas.
Ya no se diferencia las estaciones del año
kilómetros de mi selva se transformaron en invernáculos.
Al frío le puse hogares para taparlo por las noches,
con ayuda de una monja blanca que no hace mas que rezar.
Seguir cambiando las preguntas es mi única esperanza
el repintarme la moral
o al menos el encontrarla en sueños para saber que existe.

Pero el sol comienza a molestarse de salir todos los días hasta en forma de lamparita
y cansadas las verdades de que todo ande tan bien
se auto-oxidan, envidiando un poco a la mentira.
Los niños empiezan a odiar al parque de diversiones
y el rabo cortado de mi perro se mueve hipócrita de abajo hacia arriba.
Y yo que hasta entonces me creía un culo meneando hasta el piso
no era más que una viejita q movía su mecedora con la cola empañalada
protegiéndose de las hermosas vergüenzas de andar ensuciando las perfecciones.

Fue cuando decidí dejar el monopolio de la estación primavera,
llame al invierno y el rabo de mi perro comenzó a crecer,
volvieron también el otoño y el verano,
y la intemperie, el rocío en los tomates,
el baile provocador en la tarima,
la aventura sin cinturón de seguridad
los juegos inventados,
la agnosticidad de la monja
y la variedad del clima, en fin: la selva.
Y aprendí que todos los extremos, hasta los más mediocres, son jodidos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy linda. Y esa canción del flaco es tremenda