viernes, 19 de abril de 2013
desde el río...
El agua
trae su silencio de piedra, la arena deja la huella ajena, de los niños cuelgan
árboles. Después del atardecer los padres se van a la hora de cenar. Cuando los
ojos ya no están comienza a desnudarse la mirada. Todo se desnaturaliza sobre
todo la naturaleza. Y es entonces cuando cae la noche que el lugar habla, quizá
nunca podemos escuchar los secretos que a esa hora se atreven a contar: que más
allá de la sierra, un gigante gris viene comiéndolos y su amplificador calla al
tambor criollo hecho del cuero de la tierra. Se va quedando en el viento un
temblar de miedo y las heridas de la noche se hacen gallo en la mañana que
viene a levantarnos, pero nosotros seguimos adormecidos escribiendo una canción
que jamás será cantada…
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