Había un día
una jirafa que no alcanzaba las hojas altas de un árbol pero para ella era de
vital importancia poder agarrarlas porque a las de más abajo ya se las había
comido. Pasaron los días y la jirafa no encontraba nada para comer. Ella miraba
hacia arriba, miraba las hojas del árbol y de repente vino un pajarito chiquito
y muy etéreo. El pajarito le alcanzo las hojas y le dijo a la jirafa que lo único
que tenia que hacer era volar. La jirafa
se sintió sorprendida ella nunca pensó esa alternativa, había naturalizado
demasiado el pisar eternamente la tierra.
Al otro día
la jirafa se la paso juntando plumas sueltas que encontraba en el suelo y se
hizo unas alas, al terminarlas se las coció en la espalda.
La jirafa ya no tenia problema para
alimentarse, se comía todas las hojas hasta las de las copas más altas. Pero
con el tiempo la jirafa que volaba muy alto no pude evitar mirar para abajo y
ver las caras tristes de las otras jirafas muy delgadas, con el estomago llenos
de agujeros negros y las caras pálidas.
La jirafa que tenia sentido común empezó a compartir sus ramas llenas d
hojas, a bajárselas a las otras jirafas de cuellos cortos y oportunidades de
hormigas.
El día que
me encontré a esta jirafa me dio un consejo muy importante. Me dijo que si ella
pudo llegar a las hojas mas altas era solamente porque había tenido suerte,
estuvo en el momento adecuado en donde un pajarito, los cuales suelen no hablar,
habló. La conclusión a la que llego la jirafa era que la habilidad que le dio el pajarito no era solo para ella y su regocijo personal, sino para todas las jirafas, un regalo para su
especie.
Ahora
siempre que miro al cielo y soy conciente de los que están mas arriba mío y de los
que están mas abajo, pienso en la idea de armar un puente, de armar una cinta
de Moebius, de que todos tengamos alas en el cielo horizontal, pienso que es la
obligación del que vuela mas alto ayudarme, y es mi obligación ayudar a los que
están abajo, porque si yo estoy donde estoy es porque las alas que tengo para
estar mas arriba, en realidad, esas alas son de todos y es mi trabajo compartir
las ramas de las copas altas, en vez de convertir la copa en premio.
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