sábado, 28 de diciembre de 2013

tiempo de jugar

Cuando era muy chiquita, todas las mañanas solía esconderle las llaves del auto a mi papa para que no se vaya a trabajar. Las colgaba de la planta de mandarinas o de higo, otras veces las metía adentro de frasco, que metía dentro de tazas y estas a su vez adentro de muebles. Arduos minutos duraba la casa alborotada porque yo no largaba lengua, todos buscando y gritando, hasta que yo les decía, solo si no me olvidaba. Ahora de grande el ciclo de la vida me devuelve los juegos. Te toca a ti, entonces para que no te vayas escondo al tiempo en un frasco dentro de otro frasco, que lo vuelvo a esconder, y hasta lo cuelgo de mis extremidades más largas y oscuras. Pero no hay caso che, se ve que perdí la maña. Tu siempre lo encuentras y así cansado y todo, te vas a trabajar, te hechas a dormir, o con él te pones a hacer malabares…

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